miércoles, 28 de octubre de 2009

Y los cuentos, cuentos son.


Un comentario que un amigo realizó, recientemente, me ha hecho darme cuenta de lo manipulados que están los cuentos en la sociedad actual, es decir, si pensamos en ser políticamente correctos, los cuentos de ayer no podrían ser contados.

Cojamos como ejemplo el cuento de La Caperucita roja, un relato universalmente conocido y seguramente uno de los más contados a través de los tiempos, y tratemos de contarlo desde las distintas perspectivas que podamos encontrar:

Desde el punto de vista del adulto protector: El lobo sería una especie de perrito dulce que trataría de engañar a la niña desde la más pura de las inocencias y por supuesto, nada de comerse a los niños, el lobito como mucho daría un rugidito y nos diría que seamos buenos. Haber si los niños se nos van a traumatizar y van a soñar que les come un lobo.

Si contamos el cuento desde la perspectiva ecologista: Nada de coger flores del bosque y lo de matar al lobo, bueno, ni pensarlo, como mucho darlo un sustito de nada, que hay que proteger las especies en peligro de extinción.

Desde el lado de una asociación de la tercera edad: la abuelita debería de ser mucho más moderna, y por un catarro de nada no iba a quedarse en casa esperando a su nietecita, que a esa edad hay mucho que hacer. En cuanto a lo de asustarse por un lobo, con lobos me van a venir a mí, con los que he tenido que lidiar en la vida, nada de esconderse en un armario, si el lobo esta bien, mejor irse juntos a un viaje del INSERSO.

Y los cazadores, que dirían a todo esto: Pues que esto de la caza cada día está peor, que hay que pagar un pastón por el coto, para que luego se pueda colar en él una niñata cualquiera y te haga perder media tarde calmándola de un ataque de nervios.

Ahora analicemos el relato para no perjudicar a los adolescentes, que es una edad tan mala, pobrecitos. Cuidado con la explotación juvenil, que es eso de mandar a una pobre niña por un bosque solitario y encima cargada con una cesta llena, ¡Uf! ya nos vale. Y la ropa, pero quien a elegido el vestuario a esa pobre muchachita. Nada, nada esta parte también debe de ser cambiada.

Podríamos seguir analizando desde la asociación de amas de casa, movimientos feministas, ideologías políticas, ......

Pero, con tanto cambio, ¿Dónde se queda el relato recogido de la tradición oral, por los hermanos Grimm, o por Charles Perrault?

Y es que se nos olvida que los cuentos son pequeñas obras de arte con una función recreativa que estimulan la imaginación. Es decir, que los cuentos, cuentos son y están ahí para ser contados.

jueves, 15 de octubre de 2009

Mi primera vez


Corría el mes de noviembre de hace ya bastantes años, Era un día soleado, recuerdo que llevaba puesta una blusa rosa y unos zapatos de tacón. Llegué al sitio donde habíamos quedado y mil sentimientos se agolpaban en mi mente. Yo quería, pero ... no sabía si mis miedos, mis timideces me permitirían hacer aquello que tanto deseaba.
En un sólo instante, decidí que iba a hacerlo. Entre y taconeando ocupe mi lugar.Llevaba algunos días preparando aquello, tenía tantas expectativas y era tan inocente en ese tiempo.
De repente, escuche un silencio que me hizo saber que ya era el momento, sus ojos me miraban con curiosidad y .... no recuerdo muy bien como sucedió, sólo sé que yo me sentí muy bien al hacerlo, que aquello era lo que había querido siempre.
Cuando todo había acabado, sus ojos me miraban con respeto, con cierta admiración. Yo estaba como en una nube y ellos, mi primer público empezaron a felicitarme y a preguntarme como lo había hecho.
Yo sólo pude responder, que para mi primera vez, había escogido el mejor, todo un caballero,
El firme soldado de plomo, uno de mis cuentos favoritos.